Estas son las palabras de Alejandro Lahera Castillo, bombero del Ayuntamiento de Madrid y ex bombero conductor en incendios forestales de la Comunidad de Madrid.
El Faro de la Seguridad ha pasado un día con él para conocer cómo se vive un fuego desde dentro, que como dice nuestro protagonista de hoy “No es como en las películas”. Alejandro nos cuenta sus vivencias, sus miedos y nos saca una sonrisa con anécdotas graciosas, algo que se agradece en un tema tan trágico como son los incendios. Pero no sólo apagar fuegos es el día a día de los bomberos, según nos cuenta Alejandro sólo el Ayuntamiento de Madrid tiene 12 parques con una media de 6 a 8 salidas diarias cada uno.
A Alejandro siempre le ha gustado la acción, desde pequeño le interesaron los deportes y la competición, especialmente todo lo que tiene que ver con la velocidad.
“Hay veces que es necesario vivir situaciones límite para dar importancia a nuestras propias vidas”, asegura Alejandro "pero es un trabajo muy duro psicológicamente por lo que es necesario desconectar”, añade.
¿Qué es lo que más le gusta de su profesión?
“Es un trabajo que me realiza personalmente, no es nada monótono y es muy activo. Es una profesión muy dura tanto desde lo físico como lo psicológico, pero la recompensa es muy gratificante. Cuando llegas al parque después de haber evacuado un edificio, sientes una satisfacción personal especial que ningún otro trabajo te puede dar.”
“Además, el compañerismo que se vive en este trabajo no se puede asimilar con ninguna otra profesión ya que creas un vínculo muy fuerte con tus compañeros al vivir situaciones tan intensas de riesgo límite y el hecho de estar 24 horas conviviendo en los parques de bomberos”.
¿Cuáles son las salidas más habituales que realizan?
“Fuegos en cocinas, sobre todo gente que se deja la comida puesta, aperturas de puerta y fuegos industriales”.
¿Qué se siente al entrar en un fuego?
“No se ve nada, no es como en las películas, entramos completamente a ciegas, agachados y de rodillas ya que el calor se concentra en las partes altas. Una vez se me derritió la visera del casco, los techos se parten y hasta se derriten los televisores…es brutal…El fuego se escucha perfectamente, hay que estar muy concentrado y saber dónde dirigir el agua y la cantidad que tienes que echar ya que sino el agua se evapora y el vapor del agua es lo que te quema. En un fuego cuanto más seco salgas mejor”.
¿Es frecuente encontrarse intoxicaciones por monóxido de carbono?
“Si, sucede mucho, por estufas o calderas que no son estancas. También los parkings subterráneos tienden a concentrar bastante monóxido de carbono. Esto te produce una intoxicación que te provoca sueño, te encuentras bien y relajado, te come el oxígeno y falleces. Hemos tenido que ir a muchas casas porque huele a gas o la caldera no quema bien, los propietarios se encuentran aturdidos y en ocasiones fallecidos, por lo que suelen llamar o ellos o los vecinos. Hay gente que está durmiendo la siesta con un brasero de carbón o jóvenes en casas rurales. Con el tema de la crisis este problema está aumentando ya que hay personas que debido a sus bajos recursos no se pueden comprar una caldera nueva.”
“Las calderas no estancas usan el propio oxígeno de la vivienda para su alimentación por lo que si hay una mala combustión o están mal los quemadores, la vivienda puede llenarse de monóxido de carbono e intoxicar a la gente que la ocupa sin darse cuenta”.
¿Qué es lo que más le impacta de todo lo que ve en su trabajo?
“Veo de todo pero lo que más me impresiona son las personas mayores abandonadas en sus casas y los niños, cuando entro en un fuego buscando a un menor el corazón me late a 210 y en todo momento estoy deseando no encontrarle nunca y que el niño haya podido escapar”.
“También es muy impactante las personas con síndrome de Diógenes por el olor y los bichos. En este trabajo lo que más impacta son los olores, más que las imágenes. Cuando regresas al parque, te duchas y tienes la sensación que sigues oliendo, es todo psicológico.”
¿Qué es lo que más le ha afectado psicológicamente?
“Encontrar a una mujer dentro de su casa que llevaba tres meses fallecida teniendo hijos que vivían a no más de 5 kilómetros de distancia y que la voz de alarma la diera una vecina. Es muy habitual ver a personas mayores de las cuales nadie se hace cargo y mueren solas en sus casas. Algo que también me afecta mucho son los accidentes de coche, cuando crees que el individuo está bien, te habla mientras le estás movilizando pero en cinco minutos se muere en tus brazos. Por eso tenemos tanto tiempo libre, porque las vivencias son muy duras”.
¿Tienen posibilidad de acceder a una terapia en el cuerpo?
“Si pero para cosas más gordas, tipo atentados terroristas o accidentes de avión. Yo aún no lo he vivido y espero no vivirlo nunca”.
El trabajo de bombero no sólo consiste en salvar vidas, también verán muchos problemas sociales. ¿Qué intervención, que no sea una evacuación de un edificio tras un fuego, le ha impactado más?
“Una apertura de puerta de una vivienda en noche buena. El marido estaba dentro de la casa borracho y había echado a su mujer y a su hija con Síndrome de Down. Al entrar e intentar dar la luz vimos que no tenían y alumbrados con la linterna observamos que la casa estaba casi vacía, habían vendido hasta los portafotos ya que el marido se había gastado todo el dinero en juego y alcohol”.
“Cuando vas a un fuego sabes de antemano lo que te vas a encontrar, pero en una apertura de puerta psicológicamente no vas preparado, te puedes topar con intentos de suicidio con los grifos del gas abiertos hasta con personas que te intentan agredir. Una vez un individuo que estaba trastornado intentó tirar una bombona de butano a mis compañeros, en estos casos tienes que tener sangre fría y pensar muy bien lo que vas a hacer, así como valorar la situación. Aunque la gente no lo crea este trabajo es más de pensar que de fuerza”.
¿Cuál es la situación más peligrosa que ha vivido en sus años en el cuerpo de bomberos?
“Un fuego de un piso completamente en llamas, se me desplomó el techo de la vivienda encima y me caí dentro de una mesa del salón quedándome completamente atrapado , como cuando le das la vuelta a una tortuga (ríe), al final me sacó un compañero y todo salió bien, hasta tengo una felicitación del servicio tras esa intervención”.
¿Se ha quemado alguna vez?
“Algo pero nada grave, llevamos un traje muy completo que nos proporciona mucha seguridad. Tiene muchas capas, botas, casco, chaquetón, equipo autónomo, linternas, emisora para comunicarnos con los compañeros por si hay algún problema y alarmas que pitan si te quedas parado”.
También ha estado trabajando en incendios forestales, ¿cuáles son los principales motivos de estos incendios?
“La mayoría de ellos son provocados por intereses o por pirómanos. A los pirómanos les sueles ver, siempre están en las inmediaciones y cuando ves a uno en tres incendios seguidos ya empieza a ser sospechoso”.
¿Alguna anécdota curiosa?
“Ir al hospital a cortar una alianza porque los médicos no tienen las herramientas necesarias”.
¿Y alguna salida graciosa?
“Bajar un gato de un árbol, que eso lo hacemos no es cachondeo, la gente hasta lo graba con los móviles. Es muy gracioso porque el gato te ve como un marciano con todos los fluorescentes, la linterna, el casco…y no hay quien lo coja (ríe)”.
Alejandro termina la entrevista diciendo que aunque ve cosas muy injustas o tiene vivencias duras como las descritas anteriormente, para él su profesión es “El mejor trabajo del mundo”.
“Prefiero vivir una vida así, a pesar de los riesgos, si al final la recompensa es tan grande como la que yo obtengo”.
Articulo elaborado por: Laura Alvarellos Navarro
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