“Lo
que más me divierte cuando acabo es ver las caras de la gente que me ha
ayudado”
Humano, sencillo, de esos que te miran a los ojos
cuando te hablan. Así es Ernesto Ezpeleta o como todos le conocemos “Bihurri”.
Comenzó por casualidad cortando troncos y hoy en día se ha convertido en una de las insignias del deporte rural vasco: cinco Records del Mundo en esta especialidad avalan toda una trayectoria que él mismo justifica mediante su afán de superación.
Comenzó por casualidad cortando troncos y hoy en día se ha convertido en una de las insignias del deporte rural vasco: cinco Records del Mundo en esta especialidad avalan toda una trayectoria que él mismo justifica mediante su afán de superación.
- Bihurri, ¿En qué momento sentiste que el hacha
era lo tuyo?
- Más o menos con 21 años, tras venir de la mili,
de una manera no muy seria comencé realizando desafíos pequeños en diferentes
barrios y luego, a partir de los 27, cuando ya asenté algo más la cabeza y se
me pasó la tontería esa de la juventud, fue cuando empecé a tomármelo en serio.
Mi primer tronco tenía 2 metros y medio, ¡me acuerdo perfectamente!, me
hizo mucha ilusión aquella hazaña.
- ¿Cómo se prepara uno para ser aizkolari?
- Lo primero te tiene que gustar este deporte y, por supuesto, tener siempre una ilusión, ganas de aprender y querer mejorar, es decir: mentalidad de superación y dedicación. Aunque no soy una de esas personas que está todo el año cuidándose, si cojo con ilusión un objetivo, esto supera todo lo demás.
Bihurri con el tronco de 5 m. de perímetro. Abadiño 2005 |
- Pues sí, además ¡tengo records a dos manos y a
una sola mano!. El primero lo logré con un tronco de 2,5m perímetro y
luego de 3m, pero posteriormente, por querer darle un impulso mediático a la
feria de un pequeño pueblo se me metió en la cabeza cortar un tronco de 3,5m en
1 hora. Al año siguiente corte uno de 4m, luego otro de 4,20m y, en la mitad de
estos trabajos, estuve en el Santiago Bernabeu para una exhibición ¡toda una
experiencia!. En el 2005 corte un tronco de 5m, el más grande hasta ahora en el
mundo, y me llevo 3 horas y 7 minutos y casi 5 mil hachazos.
- Impresionante, ¿y has conseguido calmar esa sed
de superación?
- La verdad es que no, pero tras pasar muchos
meses buscando un tronco de 6 metros de perímetro por todo el mundo he
desistido. En estos momento creo que ya no merece la pena y me quedo en 5
metros que es una cifra bien bonita.
-¿Qué te llevó a realizar la hazaña con una sola
mano?
-En una exhibición se me resbaló el mango y me
corte cinco tendones de una mano. El médico me dijo que tenía que estar en
reposo varios meses. Y claro, para que yo esté quieto o me atan o ¡me subo por
las paredes!. Comencé a entrenar con una mano y me dí cuenta de que era capaz,
así que decidí ponerme los mismos retos que con las dos. Mi último record es de
3,40 metro.
- ¿Qué es lo que más te divierte, el batir un
record o el ver las caras de los que te están viendo realizar esa hazaña?
- Sin duda, lo que más me divierte cuando acabo,
es ver las caras de la gente que me ha ayudado. Siempre me siento en deuda con
todos los que me ha echado una mano. Porque yo puedo tener la ilusión de
prepararme y superarme, pero esto no se puede hacer sin ayuda.
- Bueno, la verdad es que yo no soy el más
indicado para hablar de eso porque ¡tengo más cortes que Jesulín cornadas!.
Este deporte es especialmente peligroso. Me acuerdo una vez que vinieron de
National Geographic para hacer un documental y querían saber y aprender los
deportes vascos, incluido el hacha. Vinieron con dos hombres que decían ser los
hombre más fuertes del mundo: rompían de un solo tirón listines de teléfonos,
doblaban sartenes y etc. Pues bien, yo les dije que les enseñaba lo que
quisieran menos el hacha porque era muy peligroso. Se reían. No hicieron caso,
cogieron el hacha y al segundo golpe salió disparada y le dio a uno de los
cámaras. Por suerte no paso nada.
-Antes, cuando este deporte era más habitual en
los pueblo, ¿era menos seguro o no ha cambiado demasiado?
- ¡Era prácticamente igual! (Risas) No ha cambiado
mucho la verdad. Yo tengo hachazos por todo el cuerpo y seamos positivos ¡gracias
a esto me he aprendido los nombres de los huesos! (risas).
- Por lo que veo, el gran problema con este
deporte, es la facilidad con la que se te puede escapar el hacha.
- ¡Eso es! Es todo técnica. Mi hijo que sigue con
la tradición, cuando empezó con 7 años, yo le solía poner unas protecciones de
acero con forma de calcetín, ¡porque soy el padre y más miedo que él tenía yo!.
En teoría y teniendo en cuenta el riesgo que conlleva deberíamos ir todos con
protecciones: casco, gafas y etc. Pero yo que quieres que te diga: esto es un
arte.
- Parece que la gente vuelve a interesarse por
este tipo de deportes, ¿no es así?
- Si, bueno, la gente sí pero ese interés todavía
no ha llegado a las marcas, por lo que cuesta mucho que llegue un patrocinio,
dinero. Es un deporte muy caro para el que quiera practicarlo: un buen hacha
como mínimo cuesta 600 euros y es posible que se te rompa. Además, la madera
también es cara. Contentos si al final de año, al hacer las cuentas, ¡no
perdemos mucho dinero!.
- Siempre hay jóvenes, la cuestión es cuántos de
ellos continúan y cuantos llegan arriba.
-¿Qué les dirías a estos jóvenes?
- Es difícil saber qué decirles a los que
empiezan. Yo te voy a decir lo que le digo a mi hijo, que en este momento esta
entre los jóvenes: que mientras le guste que siga cortando troncos. Que nunca
se sienta obligado porque eso no es bueno. Lo mismo le digo para el trabajo y
para el resto de cosas en la vida. Que procure hacer en la vida lo que le
gusta. Así que con el hacha lo mismo: si le gusta que siga, pero que no
pierda, ni me haga perder un montón de años, en algo que en realidad no quiere
hacer.
- De todos modos, el listón se lo dejas bien alto:
5 records, con dos manos y alguno más con una sola mano.
- Bueno, si vieras a mi hijo te darías cuenta que
el corta bastante mejor que yo. Hoy en día con 14 años ves a deportistas que
han nacido para ello, se les ha podido detectar además este don desde muy
pequeños y han podido desarrollar muy buena técnica desde jóvenes. Yo, como
muchos, he tenido que ser autodidacta y cuando empecé con esto ni tenía hacha
ni nada. Esto a veces me da miedo porque me da la sensación de que no saben
valorar del todo las cosas: ¡yo soy muy consciente de lo que me ha costado llegar
hasta aquí!. Los jóvenes de ahora lo tienen todo demasiado fácil y así es
difícil que aprecien lo que tiene. Yo le hago a mi hijo afilar sus hachas, atar
sus maderas y etc. Que sepa que no todo es como se lo ha encontrado. Creo que
esto es muy importante, incluso para el mismo deportista. Soy de los que
piensan que a las personas no hay que darles todo hecho, porque no les estas
haciendo un favor, les estás perjudicando. Artículo elaborado por: Zuriñe Álvarez
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