“El olor del queroseno utilizado en la aviación es muy característico y se fija en nuestro cerebro para siempre”
Imágenes de prensa - 19 febrero 1.985 - |
Dos voces, dos testimonios
reconstruyen aquel suceso en su 30 aniversario.
“Las emergencias
siempre dejan un poso que hay que tratar de sanar con el tiempo. Sé que hay compañeros
que estuvieron allí trabajando durante muchos días -Brigada Móvil de la
Ertzaintza y Seguridad Ciudadana de la Comisaría de Gernika- que posteriormente
tuvieron problemas de salud.” Un jovencísimo José Antonio Fernández Cagigas, Técnico de la Dirección de
Emergencias y Meteorología del Gobierno Vasco, fue uno de los expertos que se
enfrentó a aquella tragedia.
A media mañana de aquel martes de carnaval, todas las alarmas estaban dadas. Pero todavía
no se sabía muy bien qué es lo que había ocurrido: “No
sabíamos muy bien qué hacer. Ni siquiera nos decían hacia donde teníamos que
ir. De hecho, al principio creíamos que el accidente lo había sufrido una
avioneta”, confiesa Peio Ériz, entonces miembro del cuerpo de Bomberos de Iurreta. “Recuerdo
que llegamos a un punto en el que no podíamos continuar con los camiones, así
que decidimos continuar a pie y cuando estábamos bajando una camilla un testigo
que pasaba nos dijo: “Dejad la camilla, que no os va a servir. Hoy
continúan impresas aquellas palabras en mi memoria, porque en ese preciso
momento comencé a comprender la magnitud de aquel accidente. Y de ahí en
adelante fue todo muy duro. He vivido situaciones muy duras a lo largo de mi
trayectoria pero nunca han superado aquella.”
“Es cierto que en los
primeros momentos y hasta que se localizó el avión accidentado -los accesos
fueron complejos y difíciles- pudieron existir algunas situaciones de
descoordinación fundamentalmente porque en aquella época no existía una red de
comunicaciones que permitiera contactar con los diferentes servicios, no
existía telefonía móvil y tampoco existían centros de mando y control de los
servicios operativos. Pero estoy convencido de que todos los que estuvimos en
aquel triste suceso -bomberos, policías, voluntarios, jueces, sanitarios, etc.-
dimos la mejor respuesta personal en cuanto a conocimientos y actitudes que
podía ofrecerse en aquel momento” especifica José Antonio.
Y añade Peio: “Yo creo que hicimos
los que pudimos. Te sentías totalmente sobrepasado. Además, ni siquiera
teníamos las herramientas adecuadas para por ejemplo cortar el aluminio, el
material del avión, y poder sacar los cadáveres. Por lo que te veías realmente
impotente. Yo no creo que lo hiciéramos mal, creo que no cambiaría nada de lo
que hicimos. Pero lo que realmente sentimos fue una gran impotencia.”
“Este accidente marcó un antes y un después en la
coordinación de los servicios de rescate, por eso, se ha trabajado a lo largo
de estos años. Se podría afirmar que hoy en día todos los servicios integrados
en el sistema vasco de emergencias están preparados y disponen, además, de
planes de actuación sectoriales -sanitarios, policiales, bomberos- para dar
respuesta a las emergencias”, afirma José Antonio.
“Este hecho marcó la
vida de todos los que estuvimos, por lo menos a mí. Son momentos difíciles de
olvidar. Yo tengo un par de cosas grabadas, impresiones, que dudo mucho se
vayan a borrar de mi mente”, reflexiona Peio. A lo que concluye José Antonio: “El olor del queroseno
utilizado en la aviación es muy característico y se fija en nuestro cerebro
para siempre”.
Artículo elaborado por: Zuriñe Álvarez
Artículo elaborado por: Zuriñe Álvarez
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