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Navegando por las nubes



“Cada viaje en globo supone un reto”

Aunque son muchos los años, los siglos, en los que se utilizaban los globos aerostáticos como medio de transporte, hoy en día sigue siendo una de las actividades más curiosas y populares para desplazarse por el aire, llegando a ser muchas las bolsas multicolores que pueden compartir el cielo de la geografía española cada mes. Félix Santacoloma, Director de Operaciones de Azulair.com, nos cuenta cuáles son los requisitos y la prevención que hay que seguir para que esta experiencia se convierta realmente en un viaje mágico.



- ¿Qué se siente al volar en globo?
- En mi opinión, es la sensación más placentera que se puede tener volando, porque para empezar, no hay ruidos alrededor. Al no haber ruido de motor, es como si estuvieras flotando en el aire. Además, tienes la sensación de estar integrado en la naturaleza, puedes hablar tranquilamente con la gente y moverte con libertad.

- ¿Qué supone para ti volar?
- Para mí, como piloto, cada viaje en globo supone un reto. Parece que por el hecho de hacer durante muchos fines de semanas el mismo vuelo, pueda ser algo repetitivo. Sin embargo, cada viaje tiene su pequeño reto: el reto de dirigir una nave que realmente no se puede dirigir, que va a merced del viento. Esto y la sensación de libertad que te proporciona es lo que más me tira.

- Un medio que está a merced de la naturaleza, atractivo sí,  pero inestable también. ¿Cómo es la técnica para pilotar un globo?
- Todos los días estamos muy pendientes de la meteorología: del viento y su velocidad, la lluvia,… porque fundamentalmente dependemos de ello. El globo no se puede dirigir, no puedes decir  “vamos hacia la izquierda o la derecha”, si el viento o alguna corriente no va hacia esa dirección es imposible ir hacia allí. Nosotros lo que hacemos es subir y bajar, buscar las diferentes corrientes que haya y aprovecharlas a nuestro beneficio para dirigir el globo. Esto es parte del reto y es lo bonito: utilizar la naturaleza para tu propio beneficio.

- ¿Cómo decidiste meterte en este mundo?
- Fue por pura casualidad y hace ya más de 20 años. A mí me gustaba el globo como a cualquier otra persona: había leído Julio Verne o el Capitán Trueno y los globos me fascinaban. Pero tuve la grandísima suerte de que el primo de un amigo mío daba paseos en globo y nos solía llevar con él para que le echáramos una mano. Eso me dio la oportunidad de darme cuenta de la pasión que suponía para mí el volar en globo. No sé si a todo el mundo le pasa, pero lo que sentí la primera vez que subí en globo como pasajero fue las ganas de ser yo quien pilotara aquella maravilla. Pasaron muchos años hasta que llevé a cabo mi sueño de ser piloto.
La sensación cambia muchísimo cuando toda la responsabilidad está en tus manos. En un vuelo normal los pasajeros se fían del piloto, que sabe lo que está haciendo. Y cuando hay una turbulencia o alguna cosa que hace que la cosa se ponga un poco más fea, tienes la responsabilidad de sacar todo adelante. Esa sensación, esa adrenalina, es lo que realmente me motiva.

- ¿Qué preparación requiere ser piloto?
- Primero tienes que sacarte un título que conlleva una parte teórica y otra práctica con unas 12 horas de vuelo. Pero para poder dedicarte a esto comercialmente necesitas más de 200 horas de vuelo certificadas.

- ¿Qué riesgo tiene un viaje en globo?
- No te puedo concretar en cifras, pero te puedo adelantar que es bajísimo. Dependemos tanto de la climatología, que si las condiciones no son propicias directamente el globo ni despega, con lo cual es difícil estar en el aire en condiciones que puedan suponer una complicación. Por lo general, el control de la meteorología es muy grande. Así que, mientras se cumplan las normas y todo se haga bien, no hay ninguna pega. Yo puedo confirmar que nunca he tenido un accidente grave.

- Veinte años llevando a pasajeros en globo, tendrás alguna anécdota curiosa.
- Últimamente parece que se está poniendo de moda pedir matrimonio en el globo. A mí ya me ha pasado cuatro veces. La más impactante fue la primera vez, que nada más elevarnos, el hombre se arrodilló, sacó el anillo y le pidió matrimonio. Además, un año después ¡me hicieron ir a la boda!

- Y ¿cuál ha sido tu viaje más especial?
- Los viajes más especiales los hacemos en otoño e invierno. Aunque parezca lo contrario, el verano no es la mejor estación para volar. El calor hace que surjan térmicas, columna de aire ascendente desde bajas altitudes. Es por esto que en esta época del año se debe navegar a primera hora de la mañana y estar en tierra antes de las once.
Sin embargo, en otoño e invierno, la climatología te permite volar más tiempo y aunque puedes coger vientos rápidos, nunca turbulencias. Esto te permite hacer travesías de montaña. Yo lo más impresionante que he hecho ha sido atravesar la Sierra de la Demanda en febrero, con todo cubierto de nieve en un día espectacular. ¡Fue una gozada! Teníamos unas vistas maravillosas y se podía bajar hasta rozar la nieve y volver a subir, ¡increíble!

- ¿Cuánta altura se puede alcanzar con un globo?
- En los vuelos para pasajeros y dependiendo un poco de las zonas, solemos subir entre los 600-1500 metros del suelo habitualmente. Últimamente, además de los pasajeros normales, suelen viajar paracaidistas que saltan desde el globo. Es impresionante de ver: se suben a la barquilla, saltan sin titubear y en pocos segundos son un pequeño punto en el horizonte. En estos viajes, excepcionalmente subimos hasta los 3000 metros. Y en los casos de travesías de montaña se suele elevar el globo hasta los 4000-5000 metros.

- ¿A quién recomendarías esta experiencia?
- Yo animaría a la gente a que vuelen en globo que es una cosa atractiva, bonita y que va a sorprender lo suave que es. Incluso se lo recomiendo a gente que tiene vértigo, porque no se tiene sensación de altura. Es un sensación al alcance de todo el mundo, para que os hagáis una idea, ¡mi record de persona longeva de subida en el globo es de 90 años! 

 Artículo elaborado por: Zuriñe Álvarez

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