Montañera, poeta y mucho más.
Por
encima de riesgos e imprevistos, Eider Elizegi ha encontrado una nueva manera
de viajar que le ha llevado a experimentar el día a día de una forma más
intensa. Reconoce que en este camino la presencia de la muerte en ciertos
momentos de sus aventuras ha hecho tener más presente la vida y valorar lo
realmente importante. Viajera de montañas, escritora y poeta, nos habla de su
percepción de la vida y de cómo el riesgo despierta los sentidos.
- ¿Cómo
son tus viajes, tus aventuras?
- Para mí, viajar es una actividad que
exige una dedicación y una implicación completas. Para mí, viajar no es irse de
vacaciones, ni tampoco consiste en desplazarse. Viajar es impregnarse de nuevos
puntos de vista, de nuevas maneras, de nuevas cosmologías que amplían la mirada
y afectan a las verdades parciales de uno. Viajar implica un cambio, o para mí
no es viajar, es otra cosa (¡no por ello menos valiosa!). Mi manera de viajar
es lenta e improvisada. El viaje se define a sí mismo y me dejo conducir por
él.
- Hacer
cumbre no parece que sea tu prioridad, ¿qué encuentras en el camino y qué
encuentras en la cumbre?
- Así es: la cumbre es un lugar más. En
el camino hacia ella, encuentro lo que encuentro. A veces una imagen, o una
textura, una emoción que se acomoda en un lugar nuevo o un descubrimiento sobre
mí misma; un pájaro, un pedazo de viento que me acaricia la piel o un miedo. Un
relato. Un discurso, un argumento o un pedazo de vacío. Un amigo. El placer de
respirar, sensaciones de cuerpo. En definitiva, encuentro una ración desnuda de
vida.
- ¿Qué
es para ti el riesgo?
-
Creo que el riesgo es algo inherente a la vida: en tanto que estamos vivas,
estamos constantemente en peligro de muerte, aunque se nos olvide.
Personalmente, las actividades de montaña me recuerdan y me intensifican la
sensación de este riesgo. Posiblemente, la consciencia más notable de mi propia
muerte en estas situaciones es uno de los ingredientes que hacen que en
entornos de montaña y desarrollando este tipo de actividades me sienta más viva
que nunca. Como si respirara con la vida y la muerte muy desnudas. En
determinadas ocasiones, he salido a la montaña asumiendo con paz que no
regresar de ella era una posibilidad real.
- ¿Cómo
asumes esas situaciones de riesgo?
-
Asumo que la responsabilidad de gestionar el riesgo y de cuidarme a mí misma,
es sólo mía, y me aseguro de sentirme autónoma como cordada. El miedo puede ser
una buena alarma, aunque a veces, tanto en montaña como en el resto de la vida,
puede convertirse en un freno y un bloqueo, o incluso el causante de que lo
temido se convierta en realidad. Yo he utilizado mucho la montaña para aprender
a jugar y a gestionar el miedo, a contratarlo con la razón (no olvidemos que el
miedo es siempre subjetivo) y a actuar basándome en la combinación de ambos.
-
De momento, yo quiero seguir viviendo, y por lo tanto la prevención de
accidentes me parece de vital importancia (nunca mejor dicho). Para valorar los
peligros es necesario aprender, porque en muchas situaciones, si una no ha
estrenado su ojo, muchos de los peligros que puede esconder una montaña
permanecen invisibles. Considero que cierta formación al respecto, junto con
mucha experiencia personal, es imprescindible. Viendo el número de accidentes
que suceden en montaña cada temporada y viendo las situaciones peligrosas en
las que a menudo veo que los montañeros se meten de manera inconsciente, creo
que en general no tenemos la consciencia necesaria.
- Viajera,
poeta, mujer independiente,... ¿qué empezó primero?
- No me gustan las etiquetas: viajar,
escribir o definirme como mujer, son sólo algunas de las actividades a las que
he dedicado más o menos tiempo dentro de mi trayectoria vital, o herramientas
que me sirven para sacarle jugo a la vida. Todas ellas ayudan a la construcción
de mi identidad, pero ninguna de ellas me define como persona.
- ¿Empezó
como un escape a la sociedad en la que vivimos? ¿Está siendo un viaje
irreversible?
- No. Yo no pretendo escapar de la
sociedad en la que vivimos, básicamente porque llevo a esa sociedad tatuada en
los huesos y forma parte de la estructura de lo que yo soy. Pero sí me interesa
visibilizar esa estructura y adquirir cada vez mayor consciencia de las
consecuencias que esa impronta genera sobre lo que yo soy. Diría que toda
trayectoria vital es un viaje irreversible.
- ¿Qué
es lo que más te preocupa de la sociedad o qué es de lo que más te quieres alejar?
- En estos momentos siento la necesidad
de mostrar modelos diversos de vivir y de relacionarse. Existen muchas más
maneras de vivir que las que se muestran, y me temo que ese modelo poco diverso
coarta la libertad de las personas y las empuja a vivir de una manera que en
realidad no surge de sí mismas. De ahí la necesidad de cuestionar
constantemente, y de repartir de una manera más limpia las responsabilidades
que le corresponden a cada cual.
- Desde
la distancia, ¿cómo ves la sociedad?
- Esa distancia no existe. Seguramente el
modo en el que planteo mi vida difiere de los modelos que más se visibilizan,
pero yo también soy sociedad.
- Supongo que la constatación de mis
privilegios, de los privilegios de todos nosotros, de los cuales disfrutamos
por el simple hecho de haber nacido donde hemos nacido. Y diría que también las
experiencias en las que, de una u otra manera, la muerte ha estado presente de
una manera contundente.
- ¿Qué
es lo que más te ha gustado?
- La
riqueza de la diversidad. Esa cierta intimidad con lo que aparentemente es
diferente. Y la sensación de aprender, que es mi principal motor de vida.
- ¿Qué
te ha dado mayor felicidad?
- He sido muy feliz redefiniendo el hogar
como un espacio no limitado y haciendo que cualquier lugar sin nombre
significara casa. Viviendo con la sensación liviana de tener muy poquitas cosas
y de no necesitar más. E intentando anidar con comodidad en la incertidumbre.
- De
la biología, a la montaña, de la montaña a la poesía... ¿cuál es tu próximo
proyecto?
- Llevo
dos años trabajando en una escuela libre. Está suponiendo un intenso viaje
inmóvil en el que aprendo por lo menos tanto como los niños con los que convivo
en el espacio. Creo firmemente en la necesidad de replantear de educación para
que sea respetuosa, para que no bloquee y enajene a las personas, y para que
ayude a desarrollar la conexión con el deseo propio, la gestión de las
emociones y la construcción de uno mismo en un marco definido por límites.
- ¿Qué
es más peligroso la montaña o la poesía?
- Lo que supone un peligro mortal, es el
hecho de estar vivo. La Montaña y la poesía son lugares de desnudez en el que
ese peligro se muestra sin tapujos.
- En
tu independencia, en tu vida solitaria, ¿qué es lo que buscas? ¿Libertad?
- No
busco nada que no busquemos todos: busco autenticidad. Busco mi manera. Disfruto y necesito de la soledad, pero me
temo que mi vida no es tan solitaria como parece que crees que es: a mí
alrededor se entreteje una red amplia de personas, lugares y significados muy
diversos y muy próximos a mí.
Artículo elaborado por: Zuriñe Álvarez
Artículo elaborado por: Zuriñe Álvarez
Me ha gustado mucho esta entrevista... tanto las preguntas de Zuriñe, como las respuestas de Eider.
ResponderEliminarAurrera neska!
Miren
Eskerrik asko Miren!
ResponderEliminarYo tuve la tremenda suerte de conocer a Eider en su etapa universitaria. Me ha gustado la entrevista, sobre todo porque ella sigue respirando la misma coherencia de antaño.
ResponderEliminarPara los que vivimos una vida "standard" es un soplo de aire fresco saber que existen personas como Eider. Ojalá sea por mucho tiempo.
DavidG